El martes pasado se organizó en el Senado de la Nación un debate alrededor de la cláusula de conciencia. Periodismo social realizó una nota sobre el encuentro, con información adicional sobre la aplicación en otros países y un glosario de términos relacionados con la autorregulación de medios. En esa oportunidad, mencionamos que la cláusula de conciencia puede ser un camino para reestablecer el contrato fiduciario entre periodismo y sociedad, en un momento donde el lugar de los medios está en cuestión.
Planteamos en el debate que a pesar de que habitualmente se asume que los medios y los periodistas son un actor con buena imagen social, no puede dejar de considerarse que en la últimas encuestas los índices muestran algunas cuestiones que deben ser atendidas.
Es cierto que los medios gozan de cierta credibilidad en los países latinoamericanos (ver informes del Latinobarómetro), pero en el caso de Argentina no puede dejar de analizarse en un contexto en donde la mayor parte de las instituciones democráticas tiene una baja confianza social (gobierno, congreso, partidos políticos). Sin embargo, este dato no puede dejar de verse en el sistema mismo de la comunicación social. Y es particularmente elocuente el hecho de que en los últimos diez años las encuestas que preguntan sobre medios y periodistas en particular no muestran una base de confianza extendida.
En otra oportunidad mencionamos los estudios de la consultora Equis sobre credibilidad de los periodistas. En tres ediciones de esa investigación, las respuestas “Ninguno” y “No sabe/No contesta” se llevaron los mayores porcentajes: en el 2002, la suma era de 23,9%; en 2005, de 24,7%; y en 2008, 32,4%. Ninguno de los periodistas que encabezaron las respuestas afirmativas superaron estos porcentajes. Más reciente ha sido el estudio de Ipsos/Mora y Araujo, que confirmó que no hay una base de confianza extendida para los periodistas y medios de alcance nacional. Con un dato llamativo: los encuestados respondieron con un alto grado de desconocimiento sobre medios y periodistas (incluidos los medios públicos). Tratándose de nombres de alta exposición mediática, cabe preguntarse si este alto porcentaje de “No sabe/no contesta” que registran estas encuestas no es un índice de la indiferencia con que la opinión pública está viendo el trabajo periodístico por estos días.
Con motivo del debate sobre la cláusula de conciencia, planteamos que era necesario reestablecer el pacto de confianza imprescindible para que los periodistas sigan cumpliendo su trabajo. De hecho, el camino de la ética periodística y la autorregulación ha sido poco transitado por los medios argentinos. La posibilidad de que el periodista tenga más libertad para comunicar sus limitaciones a la hora de producir información, puede generarle más empatía con sus audiencias y por ahí, reconstruir el contrato de fe con ellas. El Hombre Araña, el súper héroe actual que es periodista, no es menos querido por la audiencia que Superman, aunque está claro que tiene menos poderes que su antecesor (y más problemas como reportero).
Queda mucho por pensar y por hacer, pero a la hora de reflexionar sobre el futuro de los medios y el periodismo (una discusión al respecto puede leerse en Orbis Digitalis), no puede pensarse que las cuestiones son únicamente tecnológicas o de mercado. La confianza sigue siendo la base de la tarea periodística y es hoy su activo más deficiente.