En un nuevo mundo donde todo muta y todo se transforma, lo único que no parece cambiar son los discursos de la comunicación. Si cambió el mundo, ¿por qué seguimos hablando de teorías de comunicación y de conceptos, discursos, criterios y estrategias del siglo XX? No podemos seguir quejándonos de lo mismo que nos quejábamos en el siglo XX, cuando el mundo muta y nosotros mutamos con el mundo. Tenemos que hacer un discurso de la comunicación que interprete y transforme este nuevo mundo. Tenemos que pensar desde las mutaciones comunicativo-culturales que habitamos como que pasamos:
- de la civilización escritural (letrada, ilustrada y moral) a la civilización oral-visual (conectiva, secuencial y fluida);
- de una sociedad de medios a una cultura transmedia y de convergencia;
- de la sociedad de audiencias de masas a la sociedad expresivas de masas;
- de la narración análoga y virtuosa a la narración comunal, mazacote y ambivalente;
- del autor artista o periodista al tejido de links-experiencias del DJ, el remix, el hacker.
Con esta idea Omar Rincón y Adriana Amado invitaron a amigos-colegas a que en sus campos de alucinación pensaran con su propia cabeza y lo hicieran a su propio modo. El resultado de la invitación es este compilado, donde cada uno pensó como quiso o pudo. Un libro extraño porque pasa (sin quedarse, apenas navegando) por diversos asuntos como la televisión, las artes, las nuevas tecnologías, los periodismos, la comunicación para el desarrollo, las culturas populares, los jóvenes, las ciudadanías, las violencias, los cuerpos, las músicas, la academia. Por eso se llama remix, porque es una mezcla sin centro ni periferia, son copias de teorías y transformación de prácticas, discursos hechos de las intuiciones y obsesiones de cada autor. Para pensar la mutación de la comunicación, hacemos discursos que son combinación y búsqueda de relaciones otras.
Como cuentan los autores que aceptaron pensar las mutaciones de las que somos testigos, la Sociedad es la que cambió, no las tecnologías, y lo que se expandió fueron las hablas y los hablantes (Jesús Martín-Barbero, Colombia). Hemos dejado que la política se nos escurra en este re-pensar sin memoria ni Derecho, cuando hay que volver a comprometerse con la sociedad (Florencia Saintout, Argentina). En este contexto, la comunicación no resultó ser el poderoso motor de desarrollo que prometía, pero aun así es un vector ineludible para poner de pie las sociedades (Manuel Chaparro, España). Las redes conectan pero no terminan de revolucionar como esperábamos sin tomar en cuenta lo social de la política (Silvio Waisbord, EE.UU.).
La música confirma que el destino de las industrias es más la experiencia que el negocio y que la comunicación debe comprenderla como un hecho social y cultural (Micael Herschmann, Brasil). El cuerpo se recorta en los rituales del fitness y la felicidad compulsiva y nos llama a resistir frente al cuerpo que se nos impone (Paula Sibilia, Brasil); el cuerpo es lo que pone como identidad el joven de la villa, por eso lo que matan las drogas es a la moral social (Daiana Bruzzone, Argentina); la desesperanza habita cuando se constata que hay unos jóvenes que se convierten en sujetos sociales que no importan y que solo quedan como marcas de la injusticia social-criminal (Cynthia Loría, Centro América).
La crisis de los medios se cuenta en el desconcierto de quienes fueron sus relatores privilegiados, los periodistas, que no terminan de saber cómo contar el poder político (Martín Alonso y Palmira Chavero, Ecuador) o se reinventan para contar el poder mafioso (María Angulo, México). La academia misma se enfrenta a su propia crisis de mediaciones (José Luis Fernández, Argentina). La televisión es la que parece haber reaccionado más a tiempo y con éxito a los nuevos escenarios, al punto que supo desafiar airosamente a quienes no creían que pudiera acceder al estatus artístico que solo se concede a las grandes creaciones de la humanidad (Jordi Carrión, España). O más asombrosamente, que haya sabido romper la dicotomía que suponía que no podían ofrecerse productos masivos y populares de calidad (Adriana Amado, Argentina). En última instancia, el culto por la celebridad (producto de la comunicación) nos ayuda a construir ciudadanías impensadas y a que debemos pensar de nuevo la cuestión de lo popular y que no tenemos otra opción que las culturas bastardas (Omar Rincón, Colombia). Y al final, una esperanza los mundos digitales, las creaciones remix, los sujetos en flujo y las sociedades en conexión.
Fragmento de Omar Rincón y Adriana Amado, “La reinvención de los discursos o cómo entender a los bárbaros del siglo XXI” [Bajar introducción en PDF]
La comunicación en mutación [remix de discursos] [Libro en PDF]